miércoles, 18 de febrero de 2009

El déficit fiscal rumbo a las estrellas




ISAAC ALFIE

El último viernes de enero se conocieron las cifras fiscales finales del año 2008 las que, pese a lo significativas, pasaron casi inadvertidas. Desde mi punto de vista y hasta el momento de escribir esta columna, nadie ha dado cabal dimensión al que no dudo en calificar de calamitoso resultado, no tanto por el guarismo en sí mismo, sino por lo que muestra la evolución de las cifras a la largo del año y especialmente por las excepcionales circunstancias favorables que se dieron. La prensa sólo consignó el comunicado oficial, éste volvió a ser de los peores, de oficial pasó a oficialista, como lo habían sido hasta hace pocos meses. Justificativos por doquier, desbalance absoluto en la ponderación de los hechos, "olvido" de toda circunstancia que beneficie la cuenta fiscal, etc. Se persiste, como desde hace ya tres años, en corregir el resultado por hechos extraordinarios, que siempre los hay, para mostrar que "en realidad es mucho mejor a los que se ve", pero resulta que cada año es peor. Los hechos extraordinarios pasan, y vienen otros y así se sigue. Cualquiera sabe que se puede justificar lo injustificable y corregir por lo que se quiera. La realidad nos dice que estamos en problemas.

A vía de ejemplo, se dice que el sobrecosto de generación eléctrica fue 1,7% del PIB y, a poco que se analicen las series históricas resulta difícil llegar a 1% pero, además, UTE realizó ajustes especiales de tarifas por este sobrecosto, que naturalmente deben cuantificarse y deducirse. De hecho y con la cotización del dólar en caída libre, las tarifas residenciales se ajustaron 8,5% en febrero y 7,4% en junio en tanto las industriales subieron por encima de estos valores. Nada se dice acerca de que el BROU y el BSE aportaron a rentas generales como distribución de utilidades 0,4% del PIB, como jamás en la historia lo habían hecho (1), lo cual no está mal pero, ¿se podrá repetir?, lo dudo. A su vez, el BROU pagó un enorme ajuste de IRAE en enero de 2008 (aproximadamente $ 800 millones) y anticipó en función del mismo durante todo el año, por lo que no habrá ingreso extraordinario en enero de 2009, es decir pagó doble. También olvidó que el stock de petróleo cayó en $ 1.050 millones (0,15% del PIB), mejorando el resultado de Ancap, solo posible porque el año previo había crecido en $ 1.000 millones. Se omitió el aumento de la deuda flotante (aunque no gran cosa por el momento), los ingresos extraordinarios por IRAE de octubre y noviembre, el déficit de la CND, las aventuras de Ancap por fuera del presupuesto y el cambio en la forma de medición que aporta 0,6% de superávit que no es tal. Demasiados "olvidos".

LA REALIDAD. En diciembre de 2007 el gobierno explicó el abultado déficit del mes por determinados gastos extraordinarios que no se volverían a repetir. Entonces, había que esperar a diciembre para ver una mejora en la medición de años móviles, pero resultó que en 2008 el déficit del último mes del año, en lugar de disminuir, creció medido a precios constantes de diciembre 2008, de $ 7.260 millones a $ 9.690 millones. Cada mes la explicación varía, la seca, el precio del petróleo, el zapallito, la carne picada, etc. Meras excusas sin fundamento. Al igual que como expresé en mi columna anterior respecto al tema de la inflación, el problema es de fondo y voy a intentar explicar el por qué.

El verdadero déficit fiscal ascendió a 1,8%-2,0% si excluimos el superávit de las Intendencias que nada tienen que ver con el Gobierno Central, frente al 1,4% que dice el comunicado que incluye en las cuentas públicas el resultado no distribuido del BSE. A su vez, y dada la particular forma de ejecutar parte del gasto que asumió esta Administración, se debe incrementar el rojo por la variación de deuda de la CND, lo que Ancap contabiliza como "inversión de cartera" o préstamos a compañías controladas o subsidiarias, que no son otra cosa que meras coberturas de pérdidas, así como alguna otra "inversión" de otras empresas públicas realizada, por fuera de los debidos controles del TCR y transparencia de procedimientos, vía sociedades anónimas de las que son propietarios, todo lo que para el 2007 habría acumulado aproximadamente 0,3% del PIB adicional.

Del mismo modo y con las mismas salvedades que sólo lo empeoran, el resultado primario apenas fue 1,1% del PIB, (0,9% sin Intendencias) el peor desde el 2002.

CALAMITOSO. El deterioro fiscal se verifica en medio de un contexto donde prácticamente todas las variables estaban en el mejor de los mundos posibles. En efecto, se da en un año donde el crecimiento de la actividad estará entre los mayores de los registros históricos, cercano al 12%, los precios de nuestros productos valían lo que jamás en la historia, potenciando el ingreso disponible y con ello el gasto privado, la inflación casi duplica el centro del rango objetivo, lo que implica mayores ingresos nominales, o su contracara, menores egresos reales y la cotización del dólar cayendo y "aliviando" la carga de intereses medida en pesos. En medio de este panorama el déficit pasa de 0,1% a 1,8% del PIB.

La última vez que crecimos a una tasa parecida fue en 2004, donde el déficit global se contrajo de 3,2% en 2003 a 1,4% a febrero de 2005, cuando no existían gastos escondidos en Ancap, la CND y otras empresas públicas y se tomaron continuas medidas de alivio fiscal a los contribuyentes.

A su vez, aquel resultado se daba cuando la carga de intereses en términos del PIB era exactamente el doble que en la actualidad (5,7% en 2004 frente a 2,9% en 2008), producto no de la reducción del monto de intereses, sino de:

a. la caída significativa del tipo de cambio ($ 28,712 en 2004, $ 20.948 en 2008);

b. el saneamiento del BCU durante 2004 que eliminó el déficit parafiscal;

c. el aumento del 73% del PIB medido en moneda nacional y 37% real.

La comparación con la fecha de entrega del mando se agrava al analizar el resultado primario, fundamental a la hora de evaluar la conducta fiscal "corriente" de una Administración en un país endeudado, el que cayó dramáticamente. En efecto, cuando esta Administración asume era de 4,3% del PIB, (3% a fin de 2003), cerrando el año 2008 en apenas 1,1%, de los cuáles 0,2% aportan las Intendencias Municipales (0% cuatro años antes).

Las previsiones del gobierno eran de un déficit de 0,4% del PIB para 2008. El mismo se proyecta sin considerar el resultado de las Intendencias, porque está fuera del control del Gobierno Central, y con ingresos en función de la inflación centro del rango objetivo. El resultado real terminó siendo de un rojo de 2%. Imagine el lector qué va a pasar en un año donde seguramente no habrá crecimiento de actividad y las promesas son enormes. ¿Qué calificativo le daría a una situación como la planteada?

EL FUTURO. Algunas cifras nos pautan el porvenir inmediato:

a) el gasto primario (sin intereses) consolidado nominal creció 9,1% en 2005; 13,9% en 2006, 18,4% en 2007 y 17,9% en 2008. ¿Podrá hacerlo a menor ritmo en el año electoral y con más inflación? Si no puede, hay que prepararse porque el déficit real, aún considerando una importante mejora del resultado de las Empresas Públicas, pueda estar rondando el 3% del PIB, unos US$ 800 millones que hay que conseguir;

b) desde octubre pasado, medidos en años móviles y moneda constante, han comenzado a caer los ingresos totales, en tanto los egresos siguen su camino al alza. Esto seguramente continuará en el correr de este año y las finanzas públicas definitivamente estarán en peligro. Para tener idea, y siempre presentando las cifras en moneda constante, el gasto primario total consolidado (neto de duplicaciones) en diciembre de 2008, ascendió a $ 20.906 millones contra $ 19.143 de un año atrás cuando se nos explicaba que hubieron gastos extraordinarios por casi $ 4.000 millones. Por su parte, los ingresos fueron durante el último mes de 2008 de $ 13.687 millones, contra $ 14.146 un año atrás;

c) se anuncian faraónicas y estériles inversiones en UTE y Ancap que deliberadamente no incluyo en los cálculos;

d) aparece la Agencia Nacional de la Vivienda, que necesariamente habrá que justificarla porque a más de un año de su creación sólo gastó en sueldos y otros menesteres, pero no en su objetivo.

Seguramente vendrá la justificación para el desastre fiscal del 2009, la política contracíclica. Habrá recursos para ello, porque el gobierno posee caja producto de su endeudamiento previo y según anunció se endeudará con las multilaterales. Sucede que en 2010 la próxima administración asumirá con un rojo del orden de los US$ 800 millones con la caja agotada, sin tantas posibilidades de crédito en las multilaterales y numerosos vencimientos de deuda, en medio de un mercado voluntario de crédito con poco dinero y, por ende, muy caro para el que lo necesite. Mirando apenas un poco más allá, el 2011 aparece como muy complicado porque la "torre" de vencimientos habrá que pagarla. Como amortizarla no se podrá, sólo restará hacer buena letra para renovar el crédito, con el riesgo que la tasa de interés del nuevo título sea bastante superior al actual y eso quite recursos para otros destinos. En buen romance, sólo un milagro nos salva de un ajuste en las cuentas del Estado.

Lo hemos desperdiciado todo. Da pena ver cómo se despilfarraron los recursos de la gente. Que el déficit público crezca con todo a favor y las velas desplegadas como jamás una coyuntura nos posibilitó, es un récord inigualable. Es lamentable que en poco tiempo la población deba volver a pasar por algo a lo que, sólo la notable impericia de una administración demagógica nos pudo conducir. De "espacios fiscales" y otros inventos que únicamente el papel resiste, nada quedará.

(1) Si mal no recuerdo, la única vez que el BROU aportó por este concepto fue en un trimestre a fines de los noventa y US$ 7,5 millones. Del BSE jamás se recibió un peso.
Economía y Mercado - Diario El Pais Montevideo

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