martes, 11 de noviembre de 2008

Anti - Reforma II: Banco Central




ISAAC ALFIE

En la "carrera" hacia el pasado 25 de octubre, también pasó la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central del Uruguay (BCU). En este caso la excusa para no pensar ni discutir fue la creación de la Corporación de Protección del Ahorro Bancario (Copab) y dos nuevos cargos en el Directorio del Banco. Ambas cosas, aunque la segunda innecesaria, bien se podían haber aprobado solas dejando el tiempo necesario para el tema de fondo. Como hecho anecdótico, el proyecto de ley original estuvo tres años sin tratarse para que de buenas a primeras se convocara al Poder Ejecutivo a comisión a fin de "explicar" el nuevo proyecto, producto del acuerdo de gobierno. Éste compareció en la mañana sin que los legisladores no oficialistas conociéramos el texto, el que recibimos en la tarde. Imagine el lector lo útil que resultó el "intercambio", directamente no existió. Con este marco se votó una ley bien importante y delicada en sus aspectos instrumentales, mucho más en un contexto mundial donde los bancos centrales dominan la escena. A propósito, el ejemplo que da el gobierno, sus legisladores y funcionarios en materia de integración del Directorio del Banco es lamentable, no solamente porque no se integra el mismo, sino porque su antiguo Presidente a sabiendas dejó el cargo acéfalo y el Directorio desintegrado en el peor momento, sin ninguna lealtad a la institucionalidad del país, su primer deber por más dolido que se sintiera.

TRATAMIENTO. En honor a la verdad hay que decir que en este caso el oficialismo aceptó recibir opiniones técnicas externas, pero las mismas no fueron escuchadas, así como tampoco meros planteos de cambios de redacción. En poco tiempo se invitó a algunos especialistas, quedando varios por el camino. La casi unanimidad de éstos mostró serios reparos con el proyecto, en muchos casos las críticas fueron realmente duras a tal punto que se llegó a decir que el Presidente del Banco "pasará vergüenza en reuniones con sus pares explicando su supuesta independencia". La ley, tal como se aprobó presenta una cantidad significativa de inconvenientes, pero quizás el mayor de todos sea la falta de apoyos generalizados del sistema político. Esto la transforma en fugaz, habiéndose perdido una oportunidad de construir Instituciones e institucionalidad, en un tema que trasciende las banderías y la dialéctica propia de la actividad.

MEJORAS. No todo es malo, existen un par de puntos positivos. El primero, menor y sin efectos prácticos, es la adecuación legal a la práctica contable internacional sobre la definición de resultados derivados de diferencias de cambio y otras cotizaciones. El segundo es un cambio que empezó a estar en boga desde algún tiempo atrás, cual es ir a una supervisión más consolidada de riesgos. Este cambio va en el sentido de la modernidad.

ASPECTOS NEGATIVOS. Aquí los problemas se multiplican por lo que intentaré ser lo más preciso y escueto posible.

i) Tal como está redactada, la norma que establece las finalidades del BCU parece pertenecer a otro mundo. Alambicada, fuera de época, con confusión de roles. El objetivo primero de todo Banco Central, asegurar el correcto funcionamiento del sistema de pagos, aparece totalmente subordinado. Su objetivo central será la "estabilidad de precios que contribuya al crecimiento y el empleo". Nadie conoce una estabilidad que no contribuya a ello, es más, es precisamente por ello que todos propugnan por esta estabilidad. Lo peor es que el texto surge de una batalla ganada por los apóstoles de la inflación, quienes piensan que existe la alquimia económica que genera riqueza y redistribución meramente influyendo sobre las variables nominales, o sea: la cantidad de dinero, el tipo de cambio, los salarios,. El tema en el mundo está laudado, el dinero a mediano plazo es neutral, sino las cosas serían mucho más fáciles. La discusión no se centra en que 2% o 3% de inflación es algo correcto que nos pone lejos de los problemas de caída de precios, sino que 15% o 20% es lo mismo.

A propósito, se deja de lado que existen ocasiones, excepcionales sí, donde la lucha es contra la deflación y sus devastadores efectos. A esto último estamos asistiendo hoy en el mundo. En suma, la estabilidad es eso, que el nivel general de precios no tenga ni subas ni bajas generalizadas, que el cálculo económico se pueda hacer con la menor incertidumbre posible y con ello se potencie la actividad productiva.

ii) La autonomía del Banco, en el mejor de los casos, queda seriamente comprometida al estar a lo que decida un Comité (de coordinación macroeconómica) donde en los hechos tiene minoría. Es más, someter al Directorio del BC, votado por mayoría especial del Senado a la voluntad de técnicos sin responsabilidad es poco comprensible. En mi opinión y salvo que el Presidente del Banco ponga en juego su cargo y gane, ni siquiera la autonomía instrumental es decir, dados los objetivos por parte de las autoridades políticas, qué herramientas de política económica usar y cuáles desechar quedan bajo la decisión del Directorio del Banco.

Aquí el tema es claro, es evidente que hubo, debe haber y habrá diálogo y coordinación entre los bancos centrales y los ministerios de hacienda, aquí y en cualquier lugar del mundo. También es evidente que la política económica la marcan los Poderes Ejecutivos, El mundo nos da a diario ejemplos al respecto, pero eso no quiere decir subordinación total, y que no exista cierta autonomía y flexibilidad para que se muevan dentro del marco de su especialidad, utilizando los instrumentos que mejor se adecuen a las circunstancias.

iii) Existen un sinnúmero de definiciones que, en general, son malas, difusas o confusas, lo cual todos sabemos a qué destino nos conduce cuando tanto se puede hacer una cosa como la contraria.

iv) La forma de redacción de determinados artículos claramente permiten que el Banco otorgue, por vía indirecta, crédito al gobierno a la vez que pueda realizar actividades parafiscales. Es conocido lo que sucede cuando los Bancos Centrales financian o asumen actividades de los gobiernos. La historia es elocuente, es la manera más fácil de "sacarse de encima" la presión por el gasto, dejando que la inflación resuelva el desequilibrio creado. La reforma de la Carta Orgánica de 1995 fue clave en la reducción de la inflación al cortarle el financiamiento gratuito del BC al Gobierno Central. Es evidente que estamos ante un retroceso ya que quedamos a la deriva o mejor dicho a la fuerza relativa del MEF y el BCU para dirimir el tema.

v) El aumento del número de Directores de 3 a 5 no solo es innecesario, sino que además, sin la asignación de funciones específicas a cada uno de ellos, a lo único que contribuye es a entorpecer la acción de una Institución que lo menos que debe ser es deliberativa. ¡Pobre el Presidente! La historia ya conoce Directorios del BCU de 5 miembros, inoperantes, complicados. Ante ello se lo llevó a 3 para hacer más ágil el funcionamiento.

Este aspecto es particularmente malo, más aún cuando, la correcta propuesta original del Poder Ejecutivo de extender el mandato de los Directores y desligarlos del período de gobierno fue desechada.

vi) Para otorgar asistencia de liquidez a un banco con problemas de este tipo, y no de solvencia, se requerirá una mayoría especial de 4 miembros. Imagine el lector una discusión al respecto entre los 5 miembros de un Directorio. Este tipo de decisiones debe tomarse de manera casi inmediata y en lo posible sin que trascienda mayormente. Era difícil el 2 a 1 existente.

vii) El Directorio no solo tiene la facultad de revocar las resoluciones de la Superintendencia de Intermediación Financiera, sino también de avocarlas. Un verdadero disparate. Imagine el lector al Directorio del Banco dictando normas de valuación de activos de los bancos en momentos de dificultades. El ejemplo de Argentina nos debería servir para evitarlo.

viii) La creación de la Copab es un capítulo aparte, no por sí misma, sino porque de la forma que se concibe en muchos aspectos es un nuevo BC en miniatura, con funciones que se superponen o duplican. Como está pensada constituye más e innecesaria burocracia para un organismo que meramente debe fijar primas, cobrar por ellas y administrar el dinero con la esperanza que nunca se use.

En suma, estamos en presencia de una ley que representa un retroceso en un aspecto que el país había logrado avanzar, un triunfo de sectores conservadores y "antiguos", donde lamentablemente en poco tiempo la sociedad deberá volver a aplicar tiempo y recursos en su discusión para adecuarla a la modernidad.
Economía y Mercado Diario El Pais. Montevideo