sábado, 25 de abril de 2009

Deterioro Institucional y Económico





16 de abril de 2009 a las 20:55
Hoy por la mañana nos despertamos con la noticia que el Poder Ejecutivo había superado los topes legales fijados en materia de deuda. Esta noticia involucra, al menos, dos aspectos de extrema gravedad.

En primer lugar, a esta altura de los acontecimientos parece que mas que gobierno tenemos reinado. En efecto, la República, tal como se concibe en las democracias, implica separación de poderes y determinado orden jurídico que hay que respetar. En el tema de marras el Poder Ejecutivo violó la Constitución (art 85 numeral 6º), que indica que es la Asamblea General la que le marca los topes de endeudamiento, bajo iniciativa del primero. Este es un viejo principio, los Parlamentos surgieron para controlar al Poder Ejecutivo, entre otras cosas en sus gastos y la deuda que puedan contraer y asegurar una gestión que respete la voluntad de la gente.
A su vez violó la ley Nº 17.947, propuesta por este mismo Ejecutivo, en un doble sentido; por un lado contrajo deuda, incluida la excepción que la propia ley admite, por encima de lo permitido y, por otro, no comunicó a la Asamblea General como era su obligación que iba a sobrepasar el máximo.
Se violaron los artículos 79 y 80 del TOCAF y se incurrió en falta administrativa de acuerdo al artículo 119 de mismo Texto Ordenado.
Ante esto, el Ministro de Economía incurrió en responsabilidad política y debería afrontar las consecuencias.
Como se advierte el hecho es muy grave, porque se desconoce por completo el pilar fundamental de una democracia, el respeto por la Constitución y la Ley. Si el Poder Ejecutivo puede hacer lo que quiere, en los hechos significa que no existe Parlamento; las Instituciones dejan de ser el soporte y la garantía de los ciudadanos y no hace falta describir las consecuencias. En democracia se vota a personas para que gobiernen, dentro de determinado marco, no para que “reinen” sin límites.

En segundo lugar, existen aspectos económicos de importancia. El que exista más deuda no hace no otra cosa que ratificar lo que he venido sosteniendo desde hace algún tiempo; i) que el déficit real de las cuentas públicas es superior al que informa el gobierno, ya que excluyen, entre otras cosas, las aventuras de ANCAP, las SA de UTE y ANTEL, al tiempo que la CND está endeudándose y ejecutando gasto público en una burda violación de todo el proceso de contratación del Estado, y ii) que el gasto público votado y que se quiere ejecutar es exagerado ya que supera las posibilidades del país.
Lo importante de lo anterior no es el hecho, sino sus consecuencias. Más deuda implica más intereses a pagar, que a su vez trae que el gobierno deba recaudar más impuestos para ello y no pueda dedicar recursos a sus fines esenciales. Más impuestos es menos dinero disponible para los trabajadores, los jubilados y la población en general. El sobre gasto actual se paga con más deuda y ésta necesariamente con menor gasto futuro, no solo porque esta deuda habrá que pagarla, sino porque se deben abonar los intereses.
En resumen, el próximo gobierno, sea quien sea, deberá enfrentar esta situación producto de una política irresponsable que dilapidó la mejor coyuntura externa que tuvo el país, seguramente desde su independencia.

jueves, 26 de febrero de 2009

Deuda en UI y señales preocupantes




ISAAC ALFIE

Ciertamente la preocupación de los agentes ha venido creciendo a lo largo de los últimos dos años y medio. Pese a que las manifestaciones públicas no son estentóreas como lo eran en el pasado, existen ciertas señales, allí donde se pueden dar, que deberían llamarnos a la reflexión.

Por el lado de las autoridades, la cadena de amenazas y actos desatinados parece no tener fin y ante ellos, los particulares actúan, de manera silenciosa, pero actúan. Es que en el mercado se vota todos los días, esa es su gran virtud, y el por qué éste brinda mucha información que las personas interpretan, a veces de manera acertada otras errada.

Sin agotar una larga lista, meramente me detendré en algunos casos. Hace no mucho tiempo ante el aumento de determinados precios domésticos se volvió a esbozar públicamente que no se descartaba imponer impuestos a la exportación, o directamente limitar la venta al exterior de ciertos bienes como forma de reducir el precio doméstico. Luego se dijo que eran "amenazas".

Más reciente en el tiempo y ante los envíos a seguro de desempleo e incipientes despidos en el mercado doméstico, derivados de lo que todo el mundo sabe, se dijo que se aprobaría una ley donde, por la vía de los hechos, el despido sería muy difícil. Luego se expresó que eso era para la próxima legislatura, o sea nuevamente "el susto".

Antes de seguir, miremos al otro lado del río, donde planteos y decisiones como las comentadas son moneda corriente. Entonces observemos qué pasó "con el país de la carne" desde que se tuvo la genial idea de imponerles serias restricciones (sea por impuestos o directamente limitaciones cuantitativas) a su venta al exterior. Las exportaciones cayeron casi a la mitad, el rodeo se redujo a punto tal que se habla de la necesidad de importación en dos o tres años, al tiempo que Uruguay supera a Argentina en volumen de exportaciones cárnicas, toda una paradoja. Por su parte en el mercado laboral, el informalismo no cae pese al extraordinario aumento de la actividad, ¿habrá temor a la inflexibilidad que impone el trabajo en regla?

Volviendo a la comarca, el monopolio de Antel sigue atrasando al país a tal punto que el Ministro de Industria lo reconoce de manera pública, "frenamos el avance tecnológico porque se fundía Antel". La llamada conexión triple-play, (cable de TV, telefonía de todo tipo y servicios de transmisión de datos e imágenes) es realidad en el mundo hace mucho tiempo, en algunos países desde casi 15 años. En algunos casos la distribución de energía eléctrica también entra por el mismo cable. Imagine el lector que además de la a esta altura obvia competencia en todo tipo de telecomunicaciones, pudiera haberla en la distribución de energía, y por ende en ese mercado la habría en la generación y distribución, quedando, por el momento, la trasmisión como una especie de "monopolio natural" o al menos con una enorme barrera de entrada que significa el capital que se debe "hundir".

El tema no es como lo plantea el Ministro, que parece responder a los intereses corporativos. Antel no quebraría sino que como ha pasado en otros casos, debería adaptarse a la competencia, en beneficio de la sociedad, por cierto que a costa de su burocracia y prebendas, pero el país se beneficiaría y mucho. La realidad ya rompe los ojos y más temprano que tarde habrá que hacerlo.

Lo contrario sólo conduce al atraso. Ya lo expresé desde esta columna, pero lo repetiré, en Uruguay el costo de Internet a capacidad equivalente es 12 veces el de Argentina, donde el mercado libre sobrevivió la furia de los Kirchner. Ahora bien, el freno no sólo es cuestión de costos, sino en muchos casos directamente de la imposibilidad de realizar determinados trabajos, como recientemente ha salido a la luz pública. A quienes decíamos esto mismo desde mucho tiempo atrás, se nos contestaba meramente con epítetos y agravios, prueba elocuente de la carencia de razones.

Ahora se reconoce la realidad. Justo es decir que si es trata de una compañía internacional o local con muchos recursos, va a zona franca y no tiene estos problemas.

En materia de energía la política sólo favorece el monopolio y corporativismo de UTE, aumentando los costos y haciendo más difícil la inevitable decisión de apertura a la competencia (mediante reglamentación porque ley hay) del mercado mayorista. Para muestra está la promocionada decisión de compra de energía eólica, que si se lleva a los 100 Mega como se dice, linda el desquicio.

Si de atraso hablamos, también se conoció que el MSP, al igual que hace no más de un año, aquella vez con una vacuna, ahora impide la llegada de tecnología de punta porque "no la dispone el sector público". La consecuencia es directa, si la técnica es cara, dentro de Uruguay le será posible acceder a cierta cantidad de personas, quizás no muchas, pero seguramente bastante más que las que de todos modos accederán meramente yendo a atenderse a Buenos Aires o San Pablo, además de impedir el progreso de nuestros especialistas. En resumen, lo único que se logra es reducir el conjunto de potenciales beneficiarios, separando aún más a quienes disponen de recursos del resto de la población.

Podría seguir abundando en ejemplos donde la señal es más vale ser pobre, enfermo pero "igualitario" que buscar la prosperidad. Si quiere ponerlo en otros términos, más vale tener un ingreso per cápita promedio de US$ 3.000 al año pero "muy parejito" que uno desigual de US$ 25.000. Nadie se preguntó si con el desigual no habrá muchas más personas que ganen por encima de los US$ 3.000 que bajo el igualitarismo. Tampoco nadie se preguntó ¿por qué en las sociedades con mayor nivel de ingreso la distribución del ingreso es mejor? La simple respuesta es porque el capital es relativamente más abundante y por ende su remuneración inferior frente al trabajo.

Como decía, la gente mientras tenga la posibilidad "se defiende" mediante sus acciones, y aquí la tiene. Así tenemos una enorme emigración, un mercado laboral donde, si bien el empleo ha crecido lo ha hecho a costa del aumento del subempleo y la reducción del empleo pleno; emprendimientos que no se hacen por desconfianza pese a que comparamos bien con Argentina, inversiones que aparecen de la mano de gobernantes, etc., etc. Todos son indicadores indirectos pero reales de que algo no funciona bien, pese a que las cifras globales indiquen otra cosa.

DEUDA EN UI. Como final quiero detenerme en algo que llama la atención y mucho: cual es la enorme diferencia en la cotización de la deuda pública entre títulos nominados en dólares y en Unidades Indexadas (UI). Como se sabe, esta última unidad de medida ajusta su cotización diariamente, en función de la inflación pasada con un mes de retraso. En valores a largo plazo es razonable esperar que el precio de mercado refleje la paridad entre las cotizaciones; así desde el momento que existe cierta inflación internacional, lo normal sería que el título cotizado en UI tuviera un cupón por debajo de otro, cuya moneda sea el dólar o el euro. Si la diferencia de cupones iguala a la inflación internacional, deberíamos esperar el mismo valor de mercado para todos los títulos.

Sucede que Uruguay tiene un bono expresado en dólares que vence en 2036 con un cupón de 7,625%, cuya cotización en el mercado es del orden de 84, en tanto tiene otro, nominado en UI que vence en 2037 con un cupón de 3,7% cuyo precio oscila los 44. Asumiendo una inflación internacional de 2% a largo plazo (1), la diferencia de cotización nos indica una expectativa de devaluación de la moneda local frente al dólar cercana al 47%, ¿alguien puede creer -con los actuales precios internos- que la cotización de paridad del dólar sería $ 35? No lo creo. Es más, si se piensa en el muy corto plazo las cotizaciones indicarían una aún mayor expectativa de devaluación. Entonces ¿qué está sucediendo? Desde mi punto de vista puede haber más de un factor, entre los que esté un mercado menos líquido para los títulos en UI, pero esto hubiera hecho que un desarbitraje parecido al actual hubiese existido siempre o el cupón exigido fuese superior. A mi entender la manipulación del IPC, no hecha por el INE como en el caso argentino, sino realizada en casos puntuales, de manera sofisticada y con prudencia, cedió paso a la actual desfachatez en que las autoridades de gobierno "por qué se tocan ciertos artículos", ha comenzado a tener sus efectos. Es así, que "elegir" productos de la canasta de bienes que integran el IPC para manipular sus precios es alterar el verdadero guarismo (2). Los agentes ven las dificultades y las conductas adoptadas ante ellas, les hace temer por el aumento de la manipulación, que en el fondo constituye un "default técnico" al no pagar todo lo que se debiera. Entonces castigan en el precio el riesgo que asumen. El problema no es que alguien que compró haya perdido, lo cual puede obedecer a la libre evolución de las variables, sino que se está destruyendo el mercado y con él, por largo tiempo, toda esperanza fundada en bases ciertas de desdolarizar la economía.

Hay un viejo dicho popular que dice "los pingos se ven en la cancha", o sea cuando hay dificultades. Actitudes como las reseñadas me conducen a la conclusión que la bendición que el mundo nos regaló en los últimos años nos salvó de presenciar medidas económicas y reflejos autoritarios de las que nos íbamos a arrepentir durante décadas. Un país chico y sin recursos naturales no soporta los desatinos a que nos tienen acostumbrados gobernantes de nuestra América Latina, cuyos países de todas maneras viven. Espero que las dificultades del 2009 hayan llegado "tarde" para que errores de ese tipo se comentan.
Economía y Mercado - Diario El Pais Montevideo

miércoles, 18 de febrero de 2009

El déficit fiscal rumbo a las estrellas




ISAAC ALFIE

El último viernes de enero se conocieron las cifras fiscales finales del año 2008 las que, pese a lo significativas, pasaron casi inadvertidas. Desde mi punto de vista y hasta el momento de escribir esta columna, nadie ha dado cabal dimensión al que no dudo en calificar de calamitoso resultado, no tanto por el guarismo en sí mismo, sino por lo que muestra la evolución de las cifras a la largo del año y especialmente por las excepcionales circunstancias favorables que se dieron. La prensa sólo consignó el comunicado oficial, éste volvió a ser de los peores, de oficial pasó a oficialista, como lo habían sido hasta hace pocos meses. Justificativos por doquier, desbalance absoluto en la ponderación de los hechos, "olvido" de toda circunstancia que beneficie la cuenta fiscal, etc. Se persiste, como desde hace ya tres años, en corregir el resultado por hechos extraordinarios, que siempre los hay, para mostrar que "en realidad es mucho mejor a los que se ve", pero resulta que cada año es peor. Los hechos extraordinarios pasan, y vienen otros y así se sigue. Cualquiera sabe que se puede justificar lo injustificable y corregir por lo que se quiera. La realidad nos dice que estamos en problemas.

A vía de ejemplo, se dice que el sobrecosto de generación eléctrica fue 1,7% del PIB y, a poco que se analicen las series históricas resulta difícil llegar a 1% pero, además, UTE realizó ajustes especiales de tarifas por este sobrecosto, que naturalmente deben cuantificarse y deducirse. De hecho y con la cotización del dólar en caída libre, las tarifas residenciales se ajustaron 8,5% en febrero y 7,4% en junio en tanto las industriales subieron por encima de estos valores. Nada se dice acerca de que el BROU y el BSE aportaron a rentas generales como distribución de utilidades 0,4% del PIB, como jamás en la historia lo habían hecho (1), lo cual no está mal pero, ¿se podrá repetir?, lo dudo. A su vez, el BROU pagó un enorme ajuste de IRAE en enero de 2008 (aproximadamente $ 800 millones) y anticipó en función del mismo durante todo el año, por lo que no habrá ingreso extraordinario en enero de 2009, es decir pagó doble. También olvidó que el stock de petróleo cayó en $ 1.050 millones (0,15% del PIB), mejorando el resultado de Ancap, solo posible porque el año previo había crecido en $ 1.000 millones. Se omitió el aumento de la deuda flotante (aunque no gran cosa por el momento), los ingresos extraordinarios por IRAE de octubre y noviembre, el déficit de la CND, las aventuras de Ancap por fuera del presupuesto y el cambio en la forma de medición que aporta 0,6% de superávit que no es tal. Demasiados "olvidos".

LA REALIDAD. En diciembre de 2007 el gobierno explicó el abultado déficit del mes por determinados gastos extraordinarios que no se volverían a repetir. Entonces, había que esperar a diciembre para ver una mejora en la medición de años móviles, pero resultó que en 2008 el déficit del último mes del año, en lugar de disminuir, creció medido a precios constantes de diciembre 2008, de $ 7.260 millones a $ 9.690 millones. Cada mes la explicación varía, la seca, el precio del petróleo, el zapallito, la carne picada, etc. Meras excusas sin fundamento. Al igual que como expresé en mi columna anterior respecto al tema de la inflación, el problema es de fondo y voy a intentar explicar el por qué.

El verdadero déficit fiscal ascendió a 1,8%-2,0% si excluimos el superávit de las Intendencias que nada tienen que ver con el Gobierno Central, frente al 1,4% que dice el comunicado que incluye en las cuentas públicas el resultado no distribuido del BSE. A su vez, y dada la particular forma de ejecutar parte del gasto que asumió esta Administración, se debe incrementar el rojo por la variación de deuda de la CND, lo que Ancap contabiliza como "inversión de cartera" o préstamos a compañías controladas o subsidiarias, que no son otra cosa que meras coberturas de pérdidas, así como alguna otra "inversión" de otras empresas públicas realizada, por fuera de los debidos controles del TCR y transparencia de procedimientos, vía sociedades anónimas de las que son propietarios, todo lo que para el 2007 habría acumulado aproximadamente 0,3% del PIB adicional.

Del mismo modo y con las mismas salvedades que sólo lo empeoran, el resultado primario apenas fue 1,1% del PIB, (0,9% sin Intendencias) el peor desde el 2002.

CALAMITOSO. El deterioro fiscal se verifica en medio de un contexto donde prácticamente todas las variables estaban en el mejor de los mundos posibles. En efecto, se da en un año donde el crecimiento de la actividad estará entre los mayores de los registros históricos, cercano al 12%, los precios de nuestros productos valían lo que jamás en la historia, potenciando el ingreso disponible y con ello el gasto privado, la inflación casi duplica el centro del rango objetivo, lo que implica mayores ingresos nominales, o su contracara, menores egresos reales y la cotización del dólar cayendo y "aliviando" la carga de intereses medida en pesos. En medio de este panorama el déficit pasa de 0,1% a 1,8% del PIB.

La última vez que crecimos a una tasa parecida fue en 2004, donde el déficit global se contrajo de 3,2% en 2003 a 1,4% a febrero de 2005, cuando no existían gastos escondidos en Ancap, la CND y otras empresas públicas y se tomaron continuas medidas de alivio fiscal a los contribuyentes.

A su vez, aquel resultado se daba cuando la carga de intereses en términos del PIB era exactamente el doble que en la actualidad (5,7% en 2004 frente a 2,9% en 2008), producto no de la reducción del monto de intereses, sino de:

a. la caída significativa del tipo de cambio ($ 28,712 en 2004, $ 20.948 en 2008);

b. el saneamiento del BCU durante 2004 que eliminó el déficit parafiscal;

c. el aumento del 73% del PIB medido en moneda nacional y 37% real.

La comparación con la fecha de entrega del mando se agrava al analizar el resultado primario, fundamental a la hora de evaluar la conducta fiscal "corriente" de una Administración en un país endeudado, el que cayó dramáticamente. En efecto, cuando esta Administración asume era de 4,3% del PIB, (3% a fin de 2003), cerrando el año 2008 en apenas 1,1%, de los cuáles 0,2% aportan las Intendencias Municipales (0% cuatro años antes).

Las previsiones del gobierno eran de un déficit de 0,4% del PIB para 2008. El mismo se proyecta sin considerar el resultado de las Intendencias, porque está fuera del control del Gobierno Central, y con ingresos en función de la inflación centro del rango objetivo. El resultado real terminó siendo de un rojo de 2%. Imagine el lector qué va a pasar en un año donde seguramente no habrá crecimiento de actividad y las promesas son enormes. ¿Qué calificativo le daría a una situación como la planteada?

EL FUTURO. Algunas cifras nos pautan el porvenir inmediato:

a) el gasto primario (sin intereses) consolidado nominal creció 9,1% en 2005; 13,9% en 2006, 18,4% en 2007 y 17,9% en 2008. ¿Podrá hacerlo a menor ritmo en el año electoral y con más inflación? Si no puede, hay que prepararse porque el déficit real, aún considerando una importante mejora del resultado de las Empresas Públicas, pueda estar rondando el 3% del PIB, unos US$ 800 millones que hay que conseguir;

b) desde octubre pasado, medidos en años móviles y moneda constante, han comenzado a caer los ingresos totales, en tanto los egresos siguen su camino al alza. Esto seguramente continuará en el correr de este año y las finanzas públicas definitivamente estarán en peligro. Para tener idea, y siempre presentando las cifras en moneda constante, el gasto primario total consolidado (neto de duplicaciones) en diciembre de 2008, ascendió a $ 20.906 millones contra $ 19.143 de un año atrás cuando se nos explicaba que hubieron gastos extraordinarios por casi $ 4.000 millones. Por su parte, los ingresos fueron durante el último mes de 2008 de $ 13.687 millones, contra $ 14.146 un año atrás;

c) se anuncian faraónicas y estériles inversiones en UTE y Ancap que deliberadamente no incluyo en los cálculos;

d) aparece la Agencia Nacional de la Vivienda, que necesariamente habrá que justificarla porque a más de un año de su creación sólo gastó en sueldos y otros menesteres, pero no en su objetivo.

Seguramente vendrá la justificación para el desastre fiscal del 2009, la política contracíclica. Habrá recursos para ello, porque el gobierno posee caja producto de su endeudamiento previo y según anunció se endeudará con las multilaterales. Sucede que en 2010 la próxima administración asumirá con un rojo del orden de los US$ 800 millones con la caja agotada, sin tantas posibilidades de crédito en las multilaterales y numerosos vencimientos de deuda, en medio de un mercado voluntario de crédito con poco dinero y, por ende, muy caro para el que lo necesite. Mirando apenas un poco más allá, el 2011 aparece como muy complicado porque la "torre" de vencimientos habrá que pagarla. Como amortizarla no se podrá, sólo restará hacer buena letra para renovar el crédito, con el riesgo que la tasa de interés del nuevo título sea bastante superior al actual y eso quite recursos para otros destinos. En buen romance, sólo un milagro nos salva de un ajuste en las cuentas del Estado.

Lo hemos desperdiciado todo. Da pena ver cómo se despilfarraron los recursos de la gente. Que el déficit público crezca con todo a favor y las velas desplegadas como jamás una coyuntura nos posibilitó, es un récord inigualable. Es lamentable que en poco tiempo la población deba volver a pasar por algo a lo que, sólo la notable impericia de una administración demagógica nos pudo conducir. De "espacios fiscales" y otros inventos que únicamente el papel resiste, nada quedará.

(1) Si mal no recuerdo, la única vez que el BROU aportó por este concepto fue en un trimestre a fines de los noventa y US$ 7,5 millones. Del BSE jamás se recibió un peso.
Economía y Mercado - Diario El Pais Montevideo

sábado, 17 de enero de 2009

Inventando enemigos: especuladores





ISAAC ALFIE

Cuando nada lo hacía presumir el gobierno con el Presidente, a la cabeza y en medio de un estudiado montaje mediático, comenzó a volver a hablar de los precios. La espectacular caída de los precios de los commodities desde mediados de julio, combinada con una cotización del dólar que fue graduando su alza, había quitado a la inflación como tema recurrente. No porque ésta no permaneciera con la misma o mayor fuerza que antes, sino porque el IPC decía otra cosa.

El lector sabe que la economía y la política al final tienen puntos en común. Mi estilo siempre ha sido emitir opinión basada en mi interpretación de la evidencia empírica, esta vez no será la excepción, pero al final de la columna me atrevo a transcribir la sensación que siento ante determinadas declaraciones de gobernantes de primer orden. Esto sobrepasa el terreno de las certezas que aportan las cifras crudas y se mete en el de la subjetividad que espero que el lector sepa tolerar.

El escenario de precios ha permanecido prácticamente sin cambios desde septiembre de 2007, donde si bien la inflación, medida por el IPC global se situó entre 7% y 9%, incluso en los últimos meses cuando el dólar comenzó a subir, cualquier medida sensata de inflación subyacente, o de núcleo como se suele decir, que excluya además de las consabidas frutas y verduras en estado natural y los combustibles, es decir los elementos volátiles, "el toqueteo" que el gobierno ha venido haciendo en tarifas y precios administrados, nos situó el aumento de precios entre 9% y 10,2%. El dato de diciembre lleva el registro a 10,7%. Es más, durante el segundo semestre de 2008 si bien la inflación medida de manera convencional fue 0,7% superior al mismo período de 2007, cuando el gobierno aplicó "toda la artillería" para reducir el IPC medida por su núcleo, el alza es casi de 1,2 puntos porcentuales superior, es decir la inflación, como anticipé en su momento, siguió en alza. Dos precisiones al respecto para el futuro próximo. En primer lugar, nuestra moneda se ha depreciado frente a la estadounidense aproximadamente la mitad que las del resto de los mercados competitivos, excepción hecha del peso argentino que, como se sabe, no puede ser referencia de nada. La segunda, que el efecto de la devaluación en un contexto de relativa estabilidad no hay que esperarlo de manera concomitante con aquella sino con cierto retraso. Desde esta columna he insistido en que las causas de la inflación nunca se atacaban es más, de hecho, las "medidas" adoptadas en general aportaban leña al fuego más que atemperar las presiones.

CAUSAS. Bajo condiciones normales, esto es, con una demanda de dinero que se comporta de manera estable, la inflación sólo es posible a mediano plazo si la oferta de dinero crece a una tasa insostenible frente al crecimiento de la actividad. Así es que el sector público genera el desequilibrio provocando un exceso de demanda que la economía "corrige" mediante el aumento de precios. En reiteradas ocasiones he escrito que no es razonable pensar que si la oferta de dinero crece a tasas cercanas al 30% anual, se pueda pensar en que la inflación será del 5% como apunta la proyección oficial. Aún con el PIB creciendo de manera espectacular a una tasa superior al 11% y aumentando fuertemente la demanda de dinero, básicamente por la debilidad del dólar, ha sido casi milagroso que la variación de precios no haya sobrepasado el 10%. Pero las cosas han comenzado a revertirse y en especial se debe tener cuidado con una presumible caída en la demanda de dinero. Hasta aquí todo está bajo el control del BCU. Por su parte, el gobierno central no sólo no ha ayudado, sino que hizo y hace todo lo posible para complicarle la vida al BCU, básicamente con su política fiscal (aumento desmedido del gasto público) que presiona el precio de los no transables y la desembozada indexación que vuelve rígido el sistema, dificultando los constantes y necesarios ajustes a nuevas situaciones.

De hecho, los aumentos de salarios pautados por el Poder Ejecutivo contienen al menos cuatro errores básicos: i) la indexación a inflación pasada, ii) el prever un aumento en enero para todo el año, que eleva el porcentaje, iii) una supuesta "recuperación" en julio que agrega presión, iv) se mete en los aumentos del 2010 donde además de promesas de crecimiento real, "corregirá" la diferencia de inflación del 2009 al 5% que el gobierno proyecta.

La primera reacción será el intento de trasladar a precio los aumentos y si esto no es posible, el desempleo aumentará.

Los niveles de inflación y la escasa capacidad de respuesta que le queda a las autoridades, aconsejarían que los salarios públicos aumenten en enero no como estaba planeado, asumiendo un único aumento en todo el 2009, sino anunciando otro ajuste en julio. En caso contrario se corre demasiado riesgo que se dispare la cláusula legal, si la inflación en 12 meses supera el 10% entre enero y junio, que obligue a un nuevo ajuste en julio.

RESPUESTA. Dentro del gobierno conviven dos estilos, que estimo responden a convicciones y formas de encarar la vida. Por un lado el Ministro de Economía y Finanzas, Álvaro García, sobrio, prudente, humilde quien no incursionó en la descalificación y expresa que no piensa en controles de precios porque éstos han fracasado y, por otro, un grupo que parece mayoritario encabezado por el Director de OPP y algunos de sus asesores, que intentan con palabras altisonantes comportarse "a lo malevo", más prudente en la forma, pero con la misma concepción que su colega argentino, el inefable Moreno.

Hasta ahora el Presidente se había mantenido al margen, pero algo le hizo cambiar de actitud y se sumó a la "línea dura", lo que no deja de ser preocupante, pero nadie reconoce que estamos ante la consecuencia de los propios errores, que es peor aún.

Si el gobierno realmente piensa que existen comportamientos monopólicos en el aceite, la carne o los farináceos, sólo debe permitir la competencia efectiva y no actuar imponiendo restricciones a las importaciones.

EL ENEMIGO. Hasta mediados de diciembre, el tema de los precios era "manejado" de manera casi pintoresca, al inicio por el entonces Ministro José Mujica, luego por el Director de la OPP, Enrique Rubio. Se hacían ridículos acuerdos de cuyo resultado nadie se acuerda, o al menos de manera positiva, donde se reducía la calidad a cambio de "mostrar algo", llegando al ridículo público cuando el informativo central de un canal de TV probó que el kilo de carne con precio acordado, superaba al de la mejor pulpa.

Ahora bien, si todo es conocido, tanto el ajuste por calidad cuando se topean los precios, como que se genera escasez si se establecen controles, así como los técnicos independientes seguían advirtiendo que la inflación subyacente seguía su rumbo ascendente sin solución de continuidad, ¿por qué surge ahora esta fuerte presión desde lo más alto del gobierno, cuando nada ha cambiado?

Mi explicación la busco por otro lado, el político electoral. El gobierno quiere volver a ganar las elecciones, cosa lógica a la que todos los gobiernos aspiran y nada de malo hay en ello. Como todos, tiene dificultades, internas y externas. Entre las primeras está clara la división y falta de acuerdos mínimos; entre las segundas, un mal manejo económico previo a la crisis que lo dejó a la intemperie ante el primer vientito y todo hace pensar que la intensidad de los vientos aumentará a medida que el año avance. Entonces, con encuestas, cuyo valor siempre es relativo pero que, si mal no las interpreto, muestran que el Frente Amplio, aún en medio de la más imponente bonanza y conjunción de choques positivos que haya recibido nuestro país en un siglo, perdió cerca del 50% del electorado de centro que lo había acompañado en las dos últimas elecciones, el objetivo no es tan sencillo como parecía.

Ante ello, los partidos reaccionan de manera distinta, según su matriz ideológica. El predominio de fuerzas con pensamiento totalitario dentro del gobierno, hace que la reacción sea el maniqueísmo: "están conmigo o en mi contra". Pero, para poder "alinear" a la población hay que inventar un enemigo en donde sea. Ir a la guerra con Argentina no parece sensato, ahora hablar de especulación de precios que no se va a permitir, aprovechando la ignorancia, el resentimiento y primarios espíritus de parte de la población es el recurso clásico. Es la vuelta al pasado, los precios suben no como natural manifestación de un desequilibrio económico en el que el gobierno siempre es el culpable, sino por la ambición de unos pocos apátridas que buscan sólo su bien y el mal de toda la población. Supuestamente a esta gente le conviene una población pauperizada y le es fácil lograrlo.

Si al lector no le suena conocido el discurso le sugiero que lea el libro del Dr Julio Ma. Sanguinetti (1). Las mentes totalitarias son así, sean de derecha o de izquierda, el problema está en que el centro liberal pueda comunicar la fuerza de la razón, porque sino nos veremos arrastrados a la sinrazón.

El truco es tan viejo como la existencia de gobiernos en el mundo, hay que buscar el enemigo común, si es invisible y con mal nombre mejor. Espero que la población no caiga en la maniobra de distracción.

(1)La Agonía de una Democracia. Taurus